Nuestro Plan Nacional de Competitividad no es una creación heroica, sino más bien calco y copia del Índice de Competitividad Global (ICG), que las transnacionales elaboran desde comienzos de este siglo con el propósito de conocer los riesgos que sus operaciones pudieran enfrentar. 

En la imagen está la percepción de las transnacionales del Perú como un país, entre 140, fuera del pilar de estabilidad macroeconómica que nos coloca como N°1 a nivel mundial. En todos los otros pilares presentamos carencias sustantivas de competitividad.

Dado que son 12 pilares, es importante identificar cuál es la mitad peor, es decir seis pilares: 1. Adopción de tecnologías de información y comunicación, 2. dinamismo empresarial, 3. Instituciones, 4. Capacidad de innovación, 5. Infraestructura y 6. Habilidades. 

Por otro lado, nuestros empresarios presentaron en CADE 2018 un Plan de Competitividad con siete pilares (recordando que el de las transnacionales tiene 12 pilares), de los cuales cinco son plagiados del IGC y los dos restantes de otras fuentes. Pero a diferencia del índice de las transnacionales que evalúan la intensidad del problema, nuestros empresarios se limitan a ordenarlos del más importante al menos importante como se ve en la imagen.

Este plan de los empresarios peruanos, omite el primer y segundo peor (Adopción de TIC y Dinamismo empresarial) del índice de las transnacionales, y del tercero peor (Instituciones) sólo toman un sub-pilar (Sistema de justicia) de los 20 que contiene esta categoría. Pero como el calco y copia es fraudulento, la primera categoría más urgente para nuestros empresarios es Infraestructura (que para las transnacionales es la quinta) y la segunda más urgente es Mercado laboral (que para las transnacionales es la séptima).

Este nuevo orden de prioridades responde a la necesidad de corto plazo de nuestros empresarios por ganancias inmediatas, a través de 1) incrementar sus contratos con el Estado en infraestructura y 2) reducir sus costos operativos a través de la eliminación de beneficios obtenidos por los trabajadores. Entonces, la competitividad es sólo una máscara para lucir interesado en el largo plazo, cuando en realidad lo único que interesa son las ganancias inmediatas.

El pasado 31 de diciembre, el Gobierno publicó en el diario El Peruano el Plan Nacional de Competitividad que calca los mismos siete pilares de los empresarios en CADE y le agrega (para que la copia no sea tan grosera) dos pilares más: Medio ambiente y mercados financieros; el primero para lucir ecologista y el segundo del índice de las transnacionales.

Finalmente, el pasado 28 de julio, el Gobierno publicó en El Peruano el “Plan Nacional de Competitividad y Productividad”, que para efectos prácticos es lo mismo de diciembre más indicadores de monitoreo para las metas que se establecen.

Lo más irrisorio es que el cumplimiento de las metas queda en el presupuesto ordinario de las entidades públicas involucradas tal como se observa en la imagen. Tomando una postura totalmente gobiernista que no cuestiona lo erróneo de la selección de metas e indicadores, esto implicaría un gasto adicional de US$20 mil millones exclusivamente para este fin, pero sabiendo que no ha sido ni será presupuestado, este plan es puro humo.